EDUARDO CASTILLO. POESIA

EDUARDO CASTILLO. POESIA

 

(n. en Zipaquirá en 1889 – f. en Bogotá el 21 de junio de 1938), fue un periodista, ensayista, cuentista, crítico literario y traductor colombiano.

Carrera

Estudió en su ciudad natal y luego en Bogotá, pero sus principales conocimientos los adquirió en forma autodidacta.[1]

Se lo ubica dentro de la llamada “generación del Centenario” (de corriente modernista) surgida alrededor de 1910 en Colombia.

Se desempeñó como crítico, teniendo una columna semanal en la revista Cromos a lo largo de casi 20 años. También trabajó en las revistas Lecturas Dominicales y El Nuevo Tiempo Literario.

Tradujo del francés, inglés, italiano y portugués obras de Samain, Copée, Baudelaire y Wilde, entre otros autores.

En 1928 publicó el poemario El árbol que canta.[2]

Pariente del poeta Guillermo Valencia, fue secretario del mismo, manteniendo una relación de recíproca influencia en sus obras.[3]

Obra

  • 1928 El árbol que canta
  • 2000 Cuentos inéditos (póstumo)

JOSE ASUNCION SILVA . Biografias de escritores suicidas. (Bogota, Colombia, 1865- 1896). Poesia. Narrativa.

JOSE ASUNCION SILVA (Bogota, Colombia,  1865- 1896). Poesia. Narrativa.

JOSE ASUNCION SILVA (Bogota 1865- 1896)

(Bogotá, 1865 – 1896). Se le reconoce junto con el poeta nicaragüense Rubén Darío como los creadores del Modernismo en Hispanomérica.

José Asunción fue reconocido como niño prodigio y a los tres años ya sabía leer y escribir. Tres de sus hermanos fallecieron en la infancia, llegando a edad adulta tan sólo Elvira y Julia.

Su padre organizaba tertulias a las cuales asistían los miembros del grupo El Mosaico, e intelectuales y escritores como José Manuel Marroquín, José María Vergara y Vergara y Salvador Camacho Roldán.

Famoso por su arrogancia, fue llamado por su institutor Nicolás Esguerra: “José Presunción. Viajó a París, donde conoció a Mallarmé y Moreau, y se trasladó posteriormente a Londres y Suiza.

En 1887 después de la muerte de su padre debió hacerse cargo de las finanzas de su hogar sin mucho éxito. Con su hermana Elvira Inés mantuvo una relación muy profunda y su muerte acaecida en 1891 fue devastadora para el joven poeta. Después de ese infortunado evento compuso sus famosos Nocturnos.

Su crisis económica se agravó y las joyas maternas tanto como los muebles de su casa terminaron en manos de los acreedores. Llegó a tener más de cincuenta procesos judiciales en su contra. Trabajó como diplomático en Caracas y en 1894 en un viaje a Colombia a bordo del vapor francés Amérique, perdió su obra al encallar el barco en Bocas de Ceniza. Sus poemas se publicaron por primera vez en 1908 en Barcelona de manera póstuma y fueron compilados en El libro de versos (1923). Su novela De sobremesa apareció en 1925.

Después de pedirle a su médico que le pintara la localización del corazón en su pecho, se suicidó el 23 de mayo de 1896.

NOCTURNO

Una noche
Una noche toda llena de perfumes, de murmullos y de músicas de alas,
Una noche
En que ardían en la sombra nupcial y húmeda las luciérnagas fantásticas,
A mi lado lentamente, contra mí ceñida, toda,
Muda y pálida
Como si un presentimiento de amarguras infinitas,
Hasta el más secreto fondo de las fibras te agitara,
Por la senda florecida que atraviesa la llanura florecida
Caminabas,
Y la luna llena
Por los cielos azulosos, infinitos y profundos esparcía su luz blanca,
Y tu sombra
Fina y lánguida,
Y mi sombra
Por los rayos de la luna proyectada
Sobre las arenas tristes
De la senda se juntaban
Y eran una
Y eran una
Y eran una sola sombra larga!
Y eran una sola sombra larga!
Y eran una sola sombra larga!

Esta noche
Solo, el alma
Llena de las infinitas amarguras y agonías de tu muerte,
Separado de ti misma, por la sombra, por el tiempo y la distancia,
Por el infinito negro
Donde nuestra voz no alcanza,
Solo y mudo
Por la senda caminaba,
Y se oían los ladridos de los perros a la luna,
A la luna pálida,
Y el chillido
De las ranas,
Sentí frío, era el frío que tenían en la alcoba
Tus mejillas y tus sienes y tus manos adoradas,
Entre las blancuras níveas
De las mortüorias sábanas!
Era el frío del sepulcro, era el frío de la muerte
Era el frío de la nada…
Y mi sombra
Por los rayos de la luna proyectada,
Iba sola,
Iba sola
¡Iba sola por la estepa solitaria!
Y tu sombra esbelta y ágil
Fina y lánguida,
Como en esa noche tibia de la muerta primavera,
Como en esa noche llena de murmullos de perfumes y de músicas de alas,
Se acercó y marchó con ella
Se acercó y marchó con ella,
Se acercó y marchó con ella… ¡Oh las sombras enlazadas!
¡Oh las sombras que se buscan en las noches de negruras y de lágrimas!…

PORFIRIO BARBA JACOB ( Santa Rosa de Osos, Colombia, 1883 – Ciudad de Mexico, Mexico, 1942 )

PORFIRIO BARBA JACOB ( Santa Rosa de Osos, Colombia, 1883 – Ciudad de Mexico, Mexico, 1942 )

Nacido en Santa Rosa de Osos, (Antioquia) un 29 de julio de 1883 y fallecido en Ciudad de México, el 14 de enero de 1942, este prolífico autor cuyo verdadero nombre fue Miguel Ángel Osorio, es una de las figuras más representativas de la literatura colombiana de principios del siglo XX.

Su vida, rodeada de escándalos y especulaciones, se convirtió en una permanente enrancia por varios países de Centro América entre los que se cuentan Guatemala, Honduras, Costa Rica, El Salvador, (de donde fue deportado por el presidente Quiñones) Cuba, Perú, Estados Unidos y México, país en el que vivió durante varias temporadas y en el que sufriría de la tuberculosis que acabó con su vida.

Varios fueron los seudónimos con que aparecieron algunas de sus publicaciones, entre ellos el de Ricardo Arenales que tuvo que cambiar en Guatemala por problemas judiciales de un homónimo.

Fue fundador, hacia 1902, del periódico literario El Cancionero Antioqueño, que circuló en Bogotá. Autor de los poemarios: Campiña Florida (Barranquilla, 1907). Rosas Negras (Guatemala, 1933), Poemas intemporales (México, 1944), Antorchas contra el viento (Bogotá, 1944), escribió también la novela Virginia, catalogada de “inmoral” por el alcalde de su pueblo natal y que luego de incautada se perdió.

Canción de la vida profunda que hace parte de su primer libro se ha convertido en el más conocido de todos tus poemas a lo largo del registro poético colombiano.

En 1950 sus cenizas fueron repatriadas por el entonces presidente colombiano Mariano Ospina Pérez.